Translate

31 de julio de 1997

CALLEJERO PENDIENTE

INTROITO

Caricatura de Julian Bilbao
Hace alguien tiempo que me encontré un rimero de cuartillas escritas a mano, con muy buena letra por cierto. Me reservo su fuente aunque sí puedo garantizar su limpio origen. No he podido reprimir el reproducirlas manteniendo su estilo. Algo tuve que remendar para recomponer lo que la humedad, compañera aparejada de nuestros estantes por sus más reumáticos apuntes y artríticas osamentas, ha ido eliminando por dilución de este simplón texto, es decir: empapados y al filo de desaparecer por inmersión. Cierto es que su estilo es desaliñado y algo soez para los oídos, u ojos, de a quienes va dirigido... Pero su intención me ha parecido buena y oportuna, casi clásica en sus reproches... Reproches que espero se conviertan en “históricos” dadas las últimas noticias que prometen redimir y recalificar a este erial de sus lamentos, y de los míos, claro.

Lástima que no pueda ni adivinar la exacta filiación del autor de tan lamentables giros, ni ubicarlo exactamente ni en el tiempo ni en el espacio urbano. Su nombre se ha conservado muy débilmente al pie de alguno de sus capítulos y, en una interesante labor de descifrar entre vanos y garabatos, he llegado a la conclusión de que su nombre, al menos su firma, corresponde al de Sebasté de Sebastianes. Lamento mucho no poder afirmar, como sospecho, que se trata de un seudónimo. La humedad y el tiempo han hecho justicia, un piadoso y crítico triaje, borrando por aquí y por allá; por ello algunos párrafos no podrían ser recuperados para la memoria. Si bien este fenómeno, digamos que inspirado capricho corrector del tiempo en su acepción climática, ha contribuido en buena medida a la limpieza del idioma y a su mayor esplendor, cuando menos en la sencillez de expresión.

De Sebastianes sostiene haber nacido en la calle de Joaquín Dicenta; calle que, tras la del treinta y seis, dejó esa denominación -es tradición que las "limpiezas" o "purgas" lleguen hasta los rótulos, incluso hasta los que no son sangrientos...- Una vez "aseado" el callejero ésta tomó, o retomó, el de Las Flores coincidiendo con que los nuevos señores no eran ni del estilo ni de la cuerda del autor del "Juan José", autentico arranque del drama social en este país y que fue representada en el Teatro Cómico -!Ay¡ También desaparecido.- Entiendo que es por ello, por lo de la "cuestión social", lo que le hace casi jurar haber nacido en la mencionada, bullanguera y pintoresca calle linense; más que probable. Por cierto, Don Joaquín se quedó sin calle para siempre jamás, que cada cual lo entienda como pueda... y en virtud del drama que más le guste aplaudir, si es que gusta del espectáculo teatral. Lo cierto es que puede deducirse que vino al mundo, de manera improvisada por la premura, en un camerino del desaparecido Teatro Parque... Ello se desprende tras la dificultosa lectura de un poema, versos que por respeto no les reproduzco. Entre ripios y lamparones de verdín, está dedicado a Vittorio de Sica a quien plasma, plateadas sienes y magnifica cabeza (adjetiva "calocéfalo"), rodeando con su brazo la apetecible cintura de Sandra Milo en el escenario de citado Teatro del Parque. La presencia de Don Vittorio en el escenario linense, sí que he tenido ocasión de verificarla como cierta, y en unión de la exquisita Milo, quienes aparecieron en escena durante un festival benéfico, de los de entonces, y coincidiendo su celebración con el rodaje de “Danae” por estas latitudes. El traje de terciopelo verde de Sandra Milo, cierto que lo lucía verde, hizo de resorte o de pistoletazo inspirador, para componer un poema que conservo en su propia condensación, por lo de la humedad digo. Curiosamente el verde de ese terciopelo le hace concebir imágenes que por su aproximación a “El Jardín de los Finzi Contini” le hacen adelantarse en el tiempo con escalofriante sentido premonitorio.

El descabellado e inoportuno hecho de su nacimiento en un camerino puede ser determinante a la hora de analizar su personalidad, o al menos restaurar su biografía y rastrear por sus orígenes. De momento no puedo prometer nada por tener los párrafos sometidos a una cura intensiva de sublimación entre papel secante y ventilación a todo poniente. Permítanme que dé prioridad a su Callejero Pendiente. Les aseguro que me atrae la indagación de esos pormenores tanto como imaginar la ilusión que debió hacer a aquellos artistas locales el compartir escena, aunque sólo fuera en el fin de fiesta, con aquel artista del cine italiano.

En sucesivas entregas les iré recomponiendo el desmancado, prolijo y apócrifo guiriloquio. Labor propia de un biblióatra irredento y con visos de clandestinidad, alevosía y nocturnidad, por lo que de diletante tiene, y por mucha voluntad que se le quiera poner al asunto. Juzguen y sepan disculpar. Tengan en cuenta que las intenciones no son malas, si bien su dudoso estilo es chocante, a veces, y sorprendente, siempre. Aunque según se mire: que modos y modas hay, habrá y seguirá habiendo. Por favor lean sus benevolencias, que diría Sebasté. Tras su comprensión, de la que no dudo, les convoco para las siguientes entregas, o peripecias, a cuenta de tan extensa y húmeda producción con visos de prosa visionaria. Capítulos en los que, probablemente con aromas de su estilo, les iré exponiendo el espíritu de estos escritos equilibrados en la inestabilidad propia de una sesera tan chorreante como el soporte que nos ha legado el azar. Eso contando con la capacidad de aguante tanto del lector como la del director y su equipo. En estas fracciones se propone un callejero más de los viales del alma que de la misma ciudad, que es la intención sublime de Sebasté y no otra. Aunque creo que sería muy constructivo aconsejar a nuestros munícipes, y candidatos, que bien podrían tener en cuenta alguna de sus primorosas sugerencias, pensando precisamente en el Alma de la Ciudad.

Me mueve a ofrecerles estos hallazgos porque algo de razón lleva Sebasté cuando afirma que en nuestra ciudad, La Línea, “se carece de una medida que proporcione nuestro orden y parte en la Historia...”, de “...un enunciado que nos sitúe en la comprensión para trascender hacia quienes nos rodean” y, cómo no, hacia nosotros mismos. “ La Cultura nos proporcionará las galas necesarias para la fiesta”, que también dice Sebasté en una irrecuperable lista de pensamientos. Comparto esa opinión con una buena cuota. En ella reside la esencia de sus empapados folios y es ese el motivo, no otro, de sacarlos a la luz y al oreo. Quizá mi mentor, maestro de Sebastianes, quiera ir más lejos de lo que con mis pocos megas de entendederas pueda apreciar... Probablemente el lector más inteligente sepa sacar más provecho que yo mismo de sus reflexiones... Dejémoslo al buen criterio de las mejores y más inteligentes testas. Tal vez, y en ello confío, los posibles lectores sepan hilar este desflecado paño.
Insiste Sebasté en ofrecernos una cara desconocida, pero no oculta, de nuestra personalidad en común. Ignoro si conocía a Jung o sus teorías sobre el subconsciente colectivo. Pero a partir de esta reconstrucción me he prometido ponerme al día en algo más que en Historia. Yo estoy convencido, de él lo he aprendido, de que “en nuestras esencias culturales está la clave de nuestra justificación existencial”. Sebasté llega a afirmar: “...una de las esencias de la Cultura se aloja abrigada entre las placentas”. No quiero adelantarme con insinuaciones y prefiero que sea de la mano de Sebasté que se vaya desvelando una personalidad como la suya, si ello es posible, y, definitivamente, la de todo linense que pueda engancharse a este discurso. No voy a negar que, a pesar de mis dudas por su estilo, comparta con él muchos puntos de vista, casi todos.

La verdad es que no sé si sus escritos están influidos por mis reconstrucciones o yo mismo estoy ya impregnado de su esencia. Creo que eso corresponde otorgarlo al lector que quiera hacer algo más que leer. Espero que mi psiquiatra me aclare esta duda de diván en una próxima visita. Mucho me temo que el enclenque andamiaje de mi pretendida estabilidad mental se resienta tras este ejercicio de paleografía empantanada. Intuyo la terrible mueca del dios hiperbólico de la ficción planeando sobre mi teclado como un tremendo pajarraco. Será cosa de invocar sus bondades.

Seguramente en cualquier materia se pueda afirmar, pero en Cultura sobre todo, que es necesario tener un método, aunque no sea el mejor mientras se persiga, y es imprescindible, tener unos objetivos “... si no existen, no hay adónde ir ni se sabe cómo.” Con esta aseveración de Sebasté, precisamente por su poca originalidad, es fácil de aceptar su juego retórico. Les invito a reflexionar sobre el asunto. También les invito a participar en un esfuerzo al que se viene llamando metacultura, según Sebasté. No sé si el vocablo, o la expresión, es el justo... Puede que con el juego de cultura, civilización y voluntad creadora ya nos baste... Pero lo que se quiere decir, sin rodeos, es que “se trata de trabajar, muy constantemente, con método y con el claro y limpio objetivo de asentar las bases de una sociedad civilizada a través de los elementos esenciales de su propia cultura, como es y se desprende de su mismísima libertad, entendida como un bien común y cultural.” ... “La ausencia de plazos inútiles no debe entorpecer la agilidad de sus andaduras” Mucho de Sebasté, más que mío, hay en la idea, justifico así las comillas. Como verán, con Sebasté siempre, se trata de algo más que de rotular calles y plazas. He tenido que aprender a reflexionar sobre lo que leo antes de irritarme con él.

Un claro aspecto de la personalidad de este Sebasté de Sebastianes, y que a veces me saca de quicio por lo reiterado, es su irreprimible deseo de no ofender a nadie y sí pretender aunar lo que parece imposible, despreciando de pintoresca manera lo que no mueva a unificar esfuerzos ni mentales ni de los otros. Yo estoy convencido de que él, cualquiera que fuese su tiempo, votó por todos los candidatos a sabiendas de que su voto sería considerado nulo, como él afirma cada vez que intenta mantener una lógica política. Esto podría constituir una pista para detectar por los colegios electorales, presentes y pasados si quedan restos, su paradero en tiempo o lugar. Una invitación a revisar por entre las más curiosas incidencias y los más extravagantes votos nulos. Pero no propondría yo diligencias policiales en tan sagrados lugares, por mucha pesquisa que necesite el Arte.

Pintoresca es su postura política, sí, y no por ello menos digna de respeto, como siempre, y de reflexión en su caso. Su nacionalidad no me consta y afirmarlo, en cualquier sentido sería arriesgado y entorpecería el entendimiento de su discurso. Si quieren, si no tienen mejor cosa que hacer, reflexionen con Sebasté de Sebastianes. Y, “quien padezca de adición telepelotera tendrá que esforzarse un poco más, si no le han zapaminado del todo, cosa que, si es un triunfo de quienes lo pretenden no deja de ser una grave pérdida para todo el conjunto pensante, que existe aunque no lo parezca ni por asomo”. Es acertado pensar, y es una opinión de Sebasté que asumo, que las soluciones a nuestros graves problemas, si son de esa identidad como él supone, vengan de manos de Cultura. De cualquier manera es preferible que sea así y no de manos de la barbarie que ya ha desvelado su rostro e intenciones, incluso a los menos versados en cavilaciones.

Espero que mis afanes por separar champiñones de ideas, más o menos completas, sirvan al menos para reflexionar sobre nuestro lugar en el espacio y sobre nuestra estancia en el tiempo. En definitiva “todos somos víctimas de nuestra propia ficción”.
En Europa Sur, 31 de julio de 1997

No hay comentarios: